Como Pueblo soberano, amante de
la paz, nos dirigimos hoy a los ciudadanos nobles y trabajadores del respetado
Pueblo de los Estados Unidos de América. Todos los estadounidenses deben saber
que el Presidente Donald Trump amenazó el pasado 11 de agosto a la República
Bolivariana de Venezuela con una intervención militar directa. Esta peligrosa amenaza fue rechazada por todas las
naciones, y sabemos que es rechazada también por el Pueblo estadounidense. Sin
embargo, dos semanas más tarde, el 25 de agosto, el Presidente Trump ha impuesto
a nuestro país severas e injustas sanciones económicas, reconociendo públicamente
su intención de “aislar la economía venezolana”. Es la misma estrategia que
confesaron haber utilizado para derrocar el gobierno democrático de Chile, en
1973 allanando el terreno para que la despiadada dictadura de Augusto Pinochet
tomase el poder.
Estas amenazas y decisiones
unilaterales afectarán nuestra economía, así como los medios para obtener recursos para la
alimentación, la salud, y producción, perjudicando seriamente la vida cotidiana
de nuestros ciudadanos. El Presidente Trump busca una crisis política en
nuestro país, forzando una salida inconstitucional del poder de nuestro
Presidente Nicolás Maduro, elegido democráticamente en 2013.
Las decisiones unilaterales e
ilegales del Presidente Trump no sólo afectarán al pueblo venezolano, sino
también al pueblo estadounidense. Las sanciones anunciadas, ponen en riesgo
nuestra condición, casi centenaria, como el proveedor de petróleo más cercano y
seguro para los EEUU.
Estas sanciones también afectarán
al ciudadano estadounidense común, ante la posibilidad de un alza de los
precios de la gasolina, mientras que miles de trabajadores corren el riesgo de
perder sus ahorros, que tanto esfuerzo les han costado, ante el impacto en los
fondos de jubilación por el veto que pesa sobre los bonos venezolanos.
Este comportamiento no se
corresponde con el lema de campaña de Donald Trump de “volver a hacer grande a
América”. Al contrario, no harán más que crear nuevos problemas dentro y fuera
de sus fronteras, haciendo más difícil la vida, tanto para los venezolanos,
como para millones de ciudadanos estadounidenses, al tiempo que seguirán
generando rechazo y odio mundial hacia el gobierno de los Estados Unidos, e
indirectamente, hacia su pueblo, que nada tiene que ver con estas acciones
belicistas.
Las temerarias decisiones de
Donald Trump pretenden conducir a EEUU a una nueva aventura militar y amenaza
con generar un nuevo conflicto internacional, con inimaginables repercusiones
económicas y humanitarias para todo el hemisferio. Tal como ocurrió en Iraq y
el resto del medio oriente, todo apunta a que el verdadero objetivo de Washington
es apoderarse ilegalmente de los extensos recursos naturales con los que cuenta
Venezuela. Nada justifica que jóvenes estadounidenses sean nuevamente
embarcados en otro conflicto militar, mucho menos si se trata de enfrentar a un
país amigo y pacifista como Venezuela.
Venezuela no es enemiga de
Estados Unidos, ni representa amenaza alguna para la seguridad. Admiramos su
historia, su cultura y su desarrollo científico. Para impedir que Donald Trump
destruya la larga relación de amistad entre los pueblos de Venezuela y EEUU, es
necesario detener esta política irracional de agresión y promover el
entendimiento político.
El Presidente de Venezuela,
Nicolás Maduro, le ha hecho incontables llamados al Presidente Trump, para generar
acercamientos y soluciones por la vía del Derecho Internacional y el respeto
mutuo. El Gobierno de EEUU ha ignorado y desconocido todas las iniciativas de
diálogo que ha propuesto el Gobierno de Venezuela.
Lo único que Venezuela le exige al
Presidente y el Gobierno de EEUU es respeto a
nuestra soberanía y a nuestros asuntos internos. Este es un derecho
natural reconocido por nuestros países, desde hace más de doscientos años.
La paz es un principio que ha
guiado las relaciones entre nuestras naciones. Este es el momento de escuchar
las sabias voces de los Padres Fundadores y de los Libertadores de América para
derrotar las tendencias violentas y garantizar a futuras generaciones los
frutos de la paz.
El Pueblo de los Estados Unidos,
pueblo de paz, debe liderar los esfuerzos neutralizar las nuevas intenciones
guerreristas de su gobierno. Por ello, hacemos un llamado fraterno y sincero a
todos los estadounidenses de buena voluntad, para trabajar juntos por la
defensa de la libertad de nuestros pueblos, el bienestar de nuestros hijos, la
cooperación y la paz de nuestra región. Es el momento del diálogo y del
entendimiento. No perdamos esta oportunidad. Como diría John Lennon, démosle un
chance a la PAZ.
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