“Nos trajeron loros y bolas de algodón y
lanzas y muchas otras cosas más que cambiaron por cuentas y cascabeles de
halcón. No tuvieron ningún inconveniente
en darnos todo lo que poseían. Eran de
fuerte constitución, con cuerpos bien hechos y hermosos rasgos. No llevan armas, ni las conocen. Al enseñarles una espada, la cogieron por la
hoja y se cortaron al no saber lo que era.
No tienen hierro. Sus lanzas son
de caña. Serían unos criados magníficos. Con cincuenta hombres los subyugaríamos a
todos y con ellos haríamos lo que quisiéramos.”