Después de la partida de María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza experimenté la mayor expresión de dolor que hombre alguno jamás haya podido sentir por mujer amada. Mis votos de amor hacia ella me hicieron viajar sin consuelo, hallando un poco haciéndome una promesa, promesa que cumplí hasta mi último aliento, NO VOLVER A CASARME JAMÁS!